martes, 10 de febrero de 2015

¿Cómo era Palestina en tiempos de Jesús?

La humanidad había cambiado tanto, que ya no era ni sombra de aquel hombre creado por Dios en el principio.
Lo más asombros es que Dios nunca ha cambiado, el provee los medios necesarios para no alejar de si al desterrado.

Unos 4,000 años de historia de humanidad y solo sirvió para confirmar lo que ya el Señor había dicho desde el principio, que: "los designios del corazón del hombre siempre van inclinados de continuo solamente al mal."
Durante todo el periodo del Antiguo Testamento Jehová había enviado profetas para que profetizaran a cerca del Justo que
vendría a restaurar todas las cosas y ya el tiempo profético se había cumplido.

Tres grandes imperios habían pasado ya; estaba gobernando el último y más terrible de los cuatro gobiernos bestiales mundiales profetizados por Daniel. Los judíos habían perdido su identidad y nación, solo era otro pueblo más sojuzgado por Roma.

Luego de 400 años de silencio profético, parecía que toda esperanza se había esfumado en cuanto al advenimiento del Justo se refiere, mas los planes de Dios toman lugar en el tiempo de Dios y no del hombre.

La vida de Jesús transcurre en el tiempo de los emperadores romanos Tiberio, Augusto, etc., del gobernador sirio Cirenio  y los reyes judíos llamados los Herodes desde el aprox. 4 a. C al 30 d. C.

En cuanto al Templo, estaba reconstruido desde los tiempos de Esdras, y Herodes lo había ampliado. La religión judía estaba dividida en dos corrientes principales que además de religiosas eran políticas; esto eran los fariseos y las saduceos.
Las esperanzas del pueblo estaban desvanecidas y, ya muy pocos tenían la imagen clara del Mesías prometido. Pero Dios siempre llega a tiempo y el primer siglo era el tiempo precisos para que arribara  Dios encarnado, para redimir a la humanidad  caída.

En esta ocasión no vino con ejércitos ni con gloria, sino que vino humilde y cabalgando en un asno y no vino a ser servido o recibir algo; vino a servir y a entregar su vida para que nosotros recibiésemos el perdón y la gracia Divinos.       

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