lunes, 7 de abril de 2014

En mi último minuto de vida

Pregunta-   ¿Es posible que alguien obtenga la salvación de su alma, aunque sea ya el último minuto de su vida?

Respuesta-    Esta es una de las inquietudes más frecuentes en la mente de los seres humanos y mayormente entre los enfermos terminales y los jóvenes que dicen que esperarán hasta estar bien entrados en años para luego recurrir a Cristo en busca del perdón de sus pecados.
Ahora bien, es sabido que muchas confesiones y reconciliaciones entre amigos, familiares y cónyuges; ocurren en el lecho de muerte. En la mayoría de los casos, el
pedir perdón a los amigos y seres queridos, dan como resultado reconciliación y perdón entre las partes involucradas.
A muchas personas les resulta muy cuesta arriba el perdonar, y mucho más difícil el pedir perdón y reconocer sus errores en circunstancias favorables en sus vidas; parte de ello se debe al orgullo y al ego.
Con relación a quién merece o no el perdón de Dios y hasta cuándo es posible recibirlo, no está en potestad de hombre alguno, pues Dios es soberano y su palabra viva, eficaz y muy clara. La Biblia dice: “si creemos con el corazón y confesamos con nuestra boca que Jesucristo es el Señor seremos salvos” Pero ¿Hasta cuándo está esto disponible y para quiénes? Las parábolas del hijo pródigo (derrochador) y la de la oveja perdida; son muy buenos ejemplos acerca del gran poder de perdón de Dios.
Usted me diría: está bien que Dios perdone cosas sencillas, pero crímenes penalizados tales como robos, homicidios, violaciones; es inconcebible.  Estos crímenes no son perdonados y mucho menos en el último minuto de vida. Quiero recordar aquí que la misericordias de Dios son nuevas cada mañana (  ); y que a un corazón contrito y humillado no desprecia el Señor (    ). He aquí la clave del perdón de Cristo “el ser humilde”  porque Dios atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos (    ) y Dios da gracia a los humildes y resiste a los soberbios.
La Palabra registra el acontecimiento de un perdón muy dramático y en  el último minuto de vida de un hombre que,  fuera de ser bueno y digno de misericordia, era  un malhechor y a punto de cumplir una pena de muerte. Éste era un reconocido delincuente. Sucedió que en el día del cumplimiento de su pena de muerte fue condenado junto a dos hombres; uno de ellos al centro, él a la derecha y otro a la izquierda. Se trataba del día más obscuro de toda la historia, pero a la vez el más glorioso para toda la humanidad, era el Mesías prometido que era crucificado junto a estos dos malhechores.  He aquí la diferencia en un último minuto de vida.
Una multitud presenciaba este acto de ajusticiamiento para los malhechores, pero la más grande infamia en la historia de las jurisprudencias se encontraba en el mismo escenario. La multitud injuriaba, maldecía y se burlaba del maestro; el ladrón de la izquierda (aun en la misma condición) acompañaba a la torpe multitud diciendo: “si en verdad eres el hijo de Dios baja de la cruz, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros.” (   )estas injuriosas palabras de éste hombre le costaron no sólo el último minuto de vida , sino también la condenación eterna, perdió el último rayo de esperanza, perdón y misericordia por parte de Dios, porque minutos más tarde después de esta intensa agonía, de desprecio y burla, despertó en el lugar de mayor sufrimiento y desesperanza  que ser alguno pueda estar y para permanecer allí por toda la eternidad. Éste desperdició su último minuto, la oportunidad final de salvación para su alma y frente a frente, o mejor dicho, al lado de del dador de la vida y autor de nuestra salvación; Cristo el Señor.
Mientras que a la derecha, un hombre malo y perverso se dio cuenta y miró hacia la puerta de salida a esa condenación eterna y no perdió ese último minuto, él miró más allá de lo que los ojos físicos pueden ver, miró más allá de la condenación en la que se encontraba Jesús el Mesías, éste no veía a un pobre hombre condenado a la pena de muerte, él le dio paso a  la vista espiritual y abrió su corazón a Dios y pudo ver “al cordero de Dios que quita al pecado del mundo” (  ), al sacrificio perfecto junto a él y se sintió indigno del lugar y la ocasión, indigno de este privilegio de morir junto a Jesús el Señor.
Este hombre de la derecha abandonó su orgullo, el pecado y aun el dolor del sufrimiento y en el último minuto, con el último aliento y los últimos latidos del corazón; con su último, efímero y breve suspiro exclamó al ladrón injurioso a la izquierda del Maestro: “¿no tienes cuidado de que nosotros padecemos justamente, que estamos pagando según nuestros crímenes? ¿No te has dado cuenta de que somos malhechores y este hombre en medio nuestro nada malo ha hecho, es el Justo de Dios? Luego miro a Cristo y dijo: Jesús acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.  Fueron palabras que no solo salieron de sus labios, salieron de un corazón que dejaba de palpitar, de un alma que clamaba por paz a su creador. Toda altivez, toda arrogancia, todo ego, todo orgullo murió antes que su cuerpo. Había desperdiciado toda su vida en el pecado y la maldad; enemistad contra su creador.

Al hacer la petición a Jesús,  esperaba algún regaño, quizá un bochorno o un “ya es muy tarde, no hay tiempo, o un ¡ahora que estas a punto de morir vienes a mí! En lugar de esto, de en medio de esa cruz se escuchó la más tierna y hermosa voz que hombre alguno hubo escuchado; parecían pétalos de rosas cubierto de rocío, tan preciosa como el canto del ruiseñor; era la voz de mi Cristo amado que dijo: “de cierto te digo que estará desde hoy conmigo en el paraíso” (  ).
Por tanto te aseguro que el último minuto cuenta. No importa que tus pecados fueren rojos como carmesí, en la sangre de Jesucristo vendrán a ser como la nieve. Si has desperdiciado tu vida en el pecado aun en el último minuto puedes recibir vida eterna en Cristo Jesús. Pero no te la juegues, pues no sabemos cuál será nuestro último minuto en esta efímera existencia terrena.

¡Qué tal si este fuera tu último minuto de vida! ¿Te comportarías como el ladrón de la izquierda que acompañó a la malvada multitud, o cómo lo hizo el de la derecha que alcanzó la salvación de su alma?  ¡La decisión es tuya!       

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