Cuando el hombre llegó a existir, todo lo que
conocemos, y todo aquello que por alguna razón esta generación no llegó a
conocer, porque ya esta extinto; todo aquello ya existía, pues el Dios creador
de todo lo había creado.
El mundo estaba en perfecto orden y armonía,
no había enfermedades, maldad, ni muerte; todo era una realidad la cual el
hombre moderno desea en sus más caros anhelos y sueños recurrentes.
Muy a pesar de las diferentes teorías sobre
el origen del hombre, que si la evolución, que los anunaki, el hombre del maíz,
etc. El género humano guarda en su interior
la verdad y está tan arraigada en
su conciencia, que a través de la historia, el hombre siempre ha estado listo
para adorar a un ser superior.
El día que Dios Elohim creó al hombre, no lo
hizo a distancia, con sus manos lo hizo, del polvo de la tierra y sopló vida a
su cuerpo. Su plan era estar no solo cerca de él, también dentro de él.
Dios estaba accesible y conversaba con su
creación, nada se interponía. No había distancia ni existía barrera alguna que
estorbara la comunión de Dios y el hombre. Este es el ambiente que encuentra el
ser humano lleno de inocencia, pero con capacidades increíbles, puesto que el
que lo creó, lo dotó de muchas cosas especiales.
Al final de la creación, nuestro Señor se
detiene a contemplar toda su obra y se deleita en gran manera, Él hace un
examen de todo lo creado y da su aprobación, pues no hay nadie más calificado
que Dios mismo para evaluar los designios sagrados y divinos. Su aprobación
fue: todo es bueno y en gran manera.
Este capítulo 2 inicia con una retrospectiva
acerca de lo perfecto de la creación y haciendo enfoque en el séptimo día en el
cual declara que Dios acabó todo. Este pasaje no nos dice que Dios no hizo
nada, sino que acabó o más bien concluyó su obra creadora, que luego descansó y
que luego lo bendijo y santificó.
¡Vivimos en un mundo que está orientado hacia la acción!
Siempre parece que hay algo para hacer y no
queda tiempo para descansar. Sin embargo, Dios demostró que el descanso es
adecuado y bueno. Si Dios mismo descansó de su trabajo, no debe sorprendernos
que también nosotros necesitemos descansar. Jesús demostró este principio
cuando Él y los discípulos salieron en una barca para alejarse de la presión de
la multitud (S. Marcos 6.31, 32). Nuestros momentos de descanso nos refrescan
para estar listos para nuestros momentos de servicio.
Como con una casa nueva o un auto 0 km, Y aun
más nuevo, porque antes de lo que fue creado, nada de esto existía; la creación
era más que nueva. Se describe que ni siquiera llovía en la tierra y el hombre
no plantó una sola planta, no crió ningún animal. Todo estaba allí para el
disfrute del ser más especial de la creación, el hombre.(TU Y YO)
¡Qué maravilloso sería regresar a un inicio como este!
¿Sabes algo? Estamos a tiempo de regresar en el tiempo; y esto es recuperable por medio de Jesucristo, que es el único Camino de retorno al Paraíso de Dios.
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