San Juan 11:1-44
Nuestra fe puede que dure
mientras aun no se haya sepultado el difunto, pero al dejar en el cementerio a
nuestros seres queridos la fe nuestra termina.
En esta ocasión, al igual que siempre, el
Señor se encontraba predicando a la gente. Alguien se le acercó para informarle
del estado de salud de un amigo muy amado por Jesús. Jesús predicaba en las aldeas más allá del
Jordán, posiblemente se encontraba en Perea, cuando recibió la noticia de la
enfermedad de Lázaro. Jesús no fue de inmediato, sino que esperó dos días antes
de regresar a Judea. Concientemente sabía que Lázaro estaría muerto cuando
regresara a Betania, pero iba a realizar
uno de los milagros más extraordinario de su ministerio terrenal.
Cuando le dijeron que “Lázaro a quien amas”
está muy enfermo, esto debió poner al Señor un sentido de urgencia, pero no se
exalto, mantuvo la quietud y la calma indicio de su soberanía. La Biblia aclara
la relación de amistad de esta familia con Jesucristo y ellos esperaban no ser
la excepción cuando acudieran a él.
Cuando Jesús decide ir a Betania ya sabía que
Lázaro estaba muerto, por eso le dijo a sus discípulos: “Nuestro
amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.” Los discípulos no entendieron y
creyeron que en su enfermedad estaba dormido, a lo que Cristo aclaró que estaba
muerto y que estaba esperando su muerte para que ellos creyesen real y
firmemente el él.
Al llegar a la
aldea, se encontró que Lázaro estaba en su tumba, ya que tenía cuatro días de
muerto, la resignación era evidente en la familia del difunto. Cuando Jesús
dijo que Lázaro resucitaría, todos creyeron, pero para el tiempo del fin, pero
Jesús se refería al gran milagro de la resurrección de un muerto ya en estado
de putrefacción.
Yo soy la
resurrección y la vida, dijo Cristo, y el que cree en mí, aunque esté muerto
vivirá. Fijémonos que en cada uno de los
relatos de la lección Jesús habla directamente a la persona a ser resucitada;
creemos que es tal la autoridad divina de Dios, que si solo hubiese dicho
“levántate” o “ven fuera” todos los
muertos hubiesen resucitado; mas esa orden será dicha al final de los tiempos
cuando todos los muertos resucitaran primero los justos en la primera
resurrección para vida eterna y luego los injustos para perdición y confusión
eterna.